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ÁNGELES VERDES

Foto del escritor: Jefes deLaCalleJefes deLaCalle

Actualizado: 14 jun 2023

El tiempo no perdona y la tierra tampoco. Perú Limpio, un programa que aseguraba ser el cambio para los recicladores informales y los distritos limeños. Hoy, después de once años de su creación y puesta en marcha, mantiene las calles exactamente iguales.


- Niccole Véliz


Según el Ministerio del Ambiente (MINAM), a diario, el Perú desecha alrededor de 21 mil toneladas de basura, tres mil toneladas más con respecto al año anterior. Y solo el 40% llegan a ser recicladas. El resto son llevados a botaderos rebosantes y al límite de su capacidad donde la proliferación de activos contaminantes es el pan de cada día. Sin embargo, el problema no radica ahí. Proviene de un lugar mucho más común, las calles limeñas. La ciudad de los reyes, hoy porta una corona llena de desechos tóxicos, y sus súbditos danzan alrededor de ella.


EL PROYECTO MILAGROSO

Después de la promulgación de la nueva ley de desechos sólidos se pensó que el panorama sería distinto. Ya que su enfoque priorizaba un cambio de mentalidad y revalorización de los recicladores como principales activos dentro del proyecto. ¿Su error? La delegación de los procedimientos a los municipios y su escueta supervisión.


Un claro ejemplo es Jesús María, un distrito popularmente conocido por su áreas comunes, calles limpias y sus fachadas acogedoras. Es ahora la cuna de recicladores informales. Los cuales ocupan la calle Garzón y desdibujan sus pintorescos vecindarios en búsqueda de aquellos desechos que les asegurarán un pan en la mesa y la mera supervivencia de su existencia. ¿Pero por qué después de los avances jurídicos en la materia aún se opta por la informalidad?

Según el informe realizado en el 2021 por la Organización Internacional Laboral (OIL), el reciclador promedio trabaja nueve horas al día seis días a la semana, para el 90% de ellos esta es su única fuente de ingresos y ganan entre 30 y 50 nuevos soles. A pesar de estar registrados en una de las 59 asociaciones de recicladores reconocidas por la Municipalidad de Lima, no cuentan con un seguro particular y solo el 22% recibió capacitación acerca del uso de los implementos de protección en el trabajo. Elmer Benites, un señor longevo con una postura curvada por la edad y las constantes jornadas como reciclador desde hace más 20 años, mencionó “yo en las noches mi espalda me duele y los pies, por mis zapatos, pero es lo que da comida”. Sus compañeros, Juan Vasquez y Victor Espinoza quienes hace dos meses se unieron a la triada recicladora de Garzón, para recoger todo lo que puedan pero sobre todo cuidarse las espaldas de las típicas agresiones por parte de los vecinos que los confunden con delincuentes. “Muchas veces nos gritaban o llamaban a serenazgo como no tenemos uniformes, ni nada pensarán que les queremos robar”. Ellos son una proyección del popular programa Perú Limpio, que alaba y pisotea al principal agente de cambio sin tomar en cuenta sus necesidades y bienestar.


CUESTIÓN DE COMPROMISO

Una de las aristas que impiden el desarrollo adecuado del programa es la falta de financiamiento público y privado. Según el MINAM, ahora principal ministerio encargado de la realización del programa, Perú Limpio posee un déficit de S/ 5 000 miles de millones para la implementación del proyecto en su totalidad.

Para esto se busca la ayuda de las medianas y microempresas y el pago de arbitrios puntuales de los ciudadanos. Además de una propuesta educativa generada y regularizada por los municipios de cada sector.

Si bien es cierto proponer ideas sostenibles y conservarlas funcionales en Perú parece una utopía, un sueño que a pesar de los constantes esfuerzos es imposible de hacer realidad sino se actúa desde la legitimidad y el respeto hacia quienes trabajan y buscan vida digna y un estómago lleno.



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