Perseverancia y amor de madre. Cada avenida comercial de la ciudad de Lima alberga diariamente a mujeres que trabajan en la informalidad para ser el sustento de sus familias. La gran mayoría de ellas no recibe ayuda de las autoridades.
- Lucía Rojas Carbonell
"Madre no es la que trae al mundo, sino la que cría", dice entre lágrimas de perseverancia y amor Francisca Casachagua, mejor conocida como Paca, anciana de 87 años que viene y va ofreciendo su bolsita de caramelos de limón a cada persona que transita el pasaje del mercado de Jesús María. Mientras se acerca a cada tienda, recibe 10, 20 o 50 céntimos. Una vendedora le regala una fresa, la cual recibe y mastica al instante. Son las 7:00 p.m. y aún no ha almorzado. Dos de sus hijos no la visitan desde hace ya dos meses y los otros tres han fallecido.
Paca vive con su nieta, quien es madre de tres niños. Al igual que ella, apoya en el hogar a través de la informalidad. Diariamente prepara menú desde su casa para repartir en el distrito de Breña y es su única ayuda.
A pesar de su avanzada edad, cada sábado y domingo camina más de doce calles. Asiste a la misa de las 6 p.m. en la Iglesia San José y llega al pasaje Punta Pacocha que divide la avenida Horacio Urteaga con Arnaldo Márquez. Repite una y otra vez el mismo recorrido con la esperanza de reunir unas cuantas monedas para sostener económicamente a su familia.
Paca es el reflejo de la madre peruana luchadora; dice que suelen ser los padres los que dan de comer, “pero no les interesa el resto”. Afirma que son ellas las que se preocupan desde que uno nace. En 2003, ya con cinco hijos, recibió en su casa a un recién nacido que fue abandonado por su madre quien no contaba con los recursos para poder mantenerlo. Hace tres años, ese joven que crió sin ser de su sangre fue arrebatado por un cáncer que terminó con su vida.
Si bien, la anciana cuenta con un hogar donde vivir gracias al laburo que mantuvo de joven cuando llegó de La Oroya (Junín), el dinero que recibe de su pensión como único ingreso no es suficiente para poder mantenerse cada día y adquirir los servicios básicos de una vida digna. Así como ella y según el Banco Mundial, “en el Perú siete de cada diez pobres viven en áreas urbanas”.
Alrededor de personas que cantan en las calles; padres y jóvenes que venden arroz con leche, extranjeros y niños pequeños con madres que vienen del interior del país, Paca y su nieta son solo un ejemplo del más del 74,6% mujeres que trabajan en la informalidad de Lima, o sea un aproximado de más del 25% que los varones, así lo afirma una investigación del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2020.
Madres que se apoyan
Al otro lado de la ciudad, en Villa María del Triunfo, Ampliación Cerro Verde, se encuentra la olla común “Dios es amor”, lugar en donde las madres y vecinas se apoyan desinteresadamente para alimentar a familias de escasos recursos y niños huérfanos. De acuerdo con datos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, únicamente en la capital, se concentra más del 70% de ollas comunes.
Según Aida, madre soltera de dos niñas y encargada de la olla común, son “34 familias y 119 raciones las que se cocinan todos los días”. Cada plato cuesta dos soles (dinero con el cual solventan la olla cada día); sin embargo, existen 22 familias que no pagan, pues están en extrema pobreza. Ninguna de las madres que colabora recibe un sueldo por su labor: son mujeres apoyando a otras mujeres sin recibir nada a cambio.
— Yo traigo el sustento a mi casa para mis dos hijas. Trabajo todos los días; entonces no tengo otro apoyo más que el de mi persona.
A pesar de no contar con ingresos suficientes, Aida continúa colaborando en la olla de lunes a sábado. Su ingreso es menor al sueldo mínimo y debe mantener a sus hijas. Entre vender ropa los domingos y realizar labores de limpieza en departamentos, la joven madre logra reunir hasta s/.800 mensuales. Conforme a información proporcionada por el INEI, en el Perú solo dos de cada diez personas son trabajadores formales; el resto se gana la vida con un sueldo menor al mínimo de s/.1,025 al mes.
¿Apoyo a los más vulnerables?
Luego de críticas hacia la gestión municipal actual por incumplir promesas, las ollas comunes recibieron atención. Durante su campaña política, el actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga afirmó que el 10% del presupuesto sería destinado para las ollas comunes; situación que hasta el mes pasado no fue atendida. Es por ello que Aliaga anunció en abril un presupuesto de 80 millones de soles a favor de ellas; no obstante, según Infobae, la Red de Ollas Comunes de Lima aseveró que dicha cantidad “no llega a la cifra prometida”.
Además, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social promueve el programa “Juntos”, dedicado a las gestantes, niños y adolescentes en situación pobreza y pobreza extrema; los cuales a cambio de acceder voluntariamente a la “salud preventiva materno-infantil y a servicios de escolaridad sin deserción”, reciben tan solo s/.100 mensuales. Según el INEI, el costo mínimo de la canasta básica de alimentos para una sola persona al mes, es de 222,5 soles.
Por su parte — según su portal web — el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) implementa continuamente diversos programas a favor de la mujer emprendedora mediante la Dirección de Promoción de Desarrollo de la Autonomía Económica de las Mujeres, tales como la “Estrategia Nacional Mujer Emprendedora”, donde ofrecen programas de financiamiento para el crecimiento de negocios y emprendimientos. Dicho ministerio se encuentra ubicado entre la avenida Emancipación y el jirón Camaná en el Centro de Lima. El área de atención al cliente ofrece información poco detallada y recomienda la comunicación mediante correos y anexos que tardan en responder.
A las espaldas y alrededores de la entidad pública, ambulantes con discapacidad y madres de niños pequeños continúan trabajando por su supervivencia y afirman no haber recibido nunca apoyo del Estado.
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