top of page
Buscar

CALLES DE PIZARRA

Actualizado: 14 jun 2023

La explotación laboral infantil es uno de los temas más alarmantes en el Perú. Entre nuestras avenidas deambulan niños rogando por dinero en vez de estar en aulas de colegio.


- Andrea Kathia Llerena Chirinos


Pedro tiene 9 años, pero en su mirada cansada parece que llevará muchos más encima, equivalentes a sus preocupaciones. Todos los días, desde las 5 de la mañana, Pedro se levanta muy cerca de la riqueza que sólo se puede observar a través de un muro. Desde una casita de triplay en Pamplona Alta – San Juan de Miraflores, sin agua, que se calienta demasiado con el sol y se congela en el invierno, baja unas escaleras interminables con sus 3 hermanos y su mamá para empezar a trabajar.

ree

Sus puntos son estratégicos y cada uno tiene una labor. Su mamá, con un bebé de apenas un año y un niño de 3, se sienta afuera de centros comerciales para recolectar limosnas de los transeúntes. Pedro, en cambio, va subiéndose a los micros a cantar canciones con Juan, su hermano de 12, hasta llegar al centro de Lima. Ya dos papás, los han abandonado.

El camino es largo, pero Pedro y Juan insisten que sólo pueden ir a Abancay, mesa redonda o emancipación, sólo ahí los dejan pintar. Con las zapatillas desgastadas, buzos de un colegio al que dejaron de ir hace mucho y solo tizas en sus bolsillos, a las 10 de la mañana los niños empiezan la jornada laboral.

En el jirón Cuzco, uno muy pegado a la Reniec y otro en la puerta de la galería “Mercado Central”, trazan primero un cuadrado perfecto en el suelo para que la gente no pise lo que será una obra maestra, luego sacan sus tizas y tirados en el piso, como cuando de niños rayábamos las paredes, empiezan a dibujar. Pasan las horas, el sol se intensifica y en esos espacios vacíos ahora Pedro dibujó a “Gokú” y Juan al “Chavo del 8”. La gente, pasa y los mira, como si fueran otros ambulantes más, algunos le lanzan unos centavos y otros, hasta se atreven con desdén a pedirles que no interrumpan el paso.

ree

Llegada las 3 de la tarde los niños deben almorzar, han juntado unos soles, hoy no trajeron nada de comer, pero están felices porque cerca hay un menú de carretilla de 5 soles que pueden compartir. Casi nunca comen fuera, pero hoy es viernes. Es así que, a una cuadra del parque universitario, compran un combinado de chanfainita y arroz con pollo, buscan un buen lugar debajo de un árbol para comer y ver a los cómicos ambulantes que siempre empiezan a las 4 p. m. en punto.

Cuando el día termine, habrán ganado unos 10 soles si tienen suerte, sobre todo de regreso a casa. A las 6 p. m. hay más gente por la hora pico, esa es la hora favorita de Pedro: “los que más dan son los abuelos ¿tú tienes abuelos?”, dice cómo emocionado. Juan en cambio, siempre parece enojado.

Pedro debería estar en cuarto grado de primaria y Juan, entrando a secundaria.


Crisis a gritos

En el Perú, son casi 2 millones de niños y niñas que trabajan, el 71% lo hace en la informalidad. De ellos, casi un millón está en Lima, según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de los Hogares (ENEI) realizada en 2019. El 30% de estos niños, no van a la escuela o la abandonan a muy temprana edad.

Este escenario resulta crítico, especialmente tomando en cuenta que la edad en la que inician a trabajar por su cuenta o por explotación de sus padres, es de 5 años. Esto no sólo va en contra de la legislación, sino que aumenta el estado de vulneración en el que se encuentran los niños.

ree

La situación nos lleva a entender que mientras un grupo de niños acuden a sus colegios, otros se preparan para empezar una jornada laboral, que en muchos casos puede ser agotadora mental y físicamente, como en los sectores de agricultura, construcción, pesca e incluso minería. Según las regiones, la mayor cantidad de explotación laboral infantil se encuentra en la sierra con 22.1% de niños trabajando. En la selva, el 17.3% y en la costa, el 4.3%.

La data también se encuentra ligada a los embarazos adolescentes y la falta de prevención por parte del Estado, ya que, el 10,8 % de adolescentes entre 14 a 17 años trabaja sin estudiar debido a uno de estos casos y esta tasa se encuentra en aumento los últimos años.


¿Prevención o desesperación?

El caso de la explotación laboral infantil es algo que acompaña al país desde siempre; sin embargo, existen políticas estatales que buscan combatir este peligro.

Si bien es cierto el Perú contempla en la Constitución Política de 1993 su protección al menor, además se rige bajo la Convención sobre los Derechos del Niño y el Código de los Niños y Adolescentes, que prohíben la explotación laboral y la condenan. No obstante, no existen precedentes que indiquen que se aplique de manera eficaz la norma, especialmente en el interior del país.

Ante ello, el gobierno creó el Plan Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (ENPETI), de la mano con las municipalidades, MIMP y la Policía Nacional del Perú. Que consta en crear operativos para identificar los casos de explotación, aunque no se crea un seguimiento de los casos descubiertos.

Asimismo, la mayor cantidad de operativos se encuentran registrados en la capital, pero las cifras más alarmantes se reúnen en otras regiones del país, especialmente las zonas de difícil acceso en las que no se registra ningún operativo por parte de la ENPETI.

De la misma manera, se estima que la pandemia ha detenido la lucha mundial contra la explotación laboral infantil, debido a que, en el 2022, 8,9 millones de niños se unieron a las cifras por un incremento de la pobreza que ocasionó el COVID-19.

La pregunta que surge es si ¿realmente se necesitan sólo medidas de descubrimiento de explotación laboral infantil o se necesitan muchas más estrategias de prevención y seguimiento a los infantes maltratados?.


 
 
 

Comentarios


bottom of page