- Niccole Véliz
“El que no trabaje, que no coma”. Un versículo que al parecer en Perú no es obedecido. Y es que según la última encuesta dada por el INEI, poco más del 70% de limeños labora en la informalidad. ¿Pero qué hay detrás de eso? ¿No es el fin el que justifica los medios cuando de sobrevivir se trata?
Gamarra, el emporio comercial y el motor de Lima alberga a los que día a día buscan salir adelante y que con un poco de ingenio se atreven a dar vida a lo convencional, aunque tengan que burlar la ley. Cuando la creatividad vence y el apoyo brilla por su ausencia, son los traficantes del color y la audacia los que están a tu alcance. ¿Y qué sería de Gamarra sin sus imitaciones muy al estilo popular? Aunque me cueste admitir su pecado por necesidad, también quiero impugnar la labor del Estado y el ofrecimiento de oportunidades de legalización, casi inexistentes.
La piratería si bien es cierto, inhibe nuestro desarrollo. Uno que en manos del Gobierno sería sinónimo de inversión y evolución social, pero que muy a mi pesar no es completamente así. Y aunque suene incongruente lo anteriormente mencionado, es en verdad nuestra realidad.
No deseo mostrar mi favor a uno por sobre otro, sobre todo en un país donde la necesidad te hace actuar de manera ilícita y donde históricamente la inestabilidad es lo único constante en nuestras vidas. Sin embargo, si de he de suscitar que no nos lleva a nada bueno el no cumplir la ley. Hoy en día, unidos somos más fuertes y si enfocamos este esfuerzo masivo de quienes anhelan el progreso, en construir una imagen formal, no solo veríamos un cambio, sino que habremos concretado un futuro mejor a las siguientes generaciones.
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